Iglesia y Estado son la ecuación perfecta para la paz social

| 30 abril, 2019

Hay un país en el mundo donde el Cristianismo goza de mayor aceptación y privilegio que en la propia tierra donde surgió esta religión  hace más de 2 mil años.  Así inicié  la conferencia titulada: “Iglesia y Estado son la ecuación perfecta para la paz social”, en una de las universidades donde imparto docencia.

Esta doctrina llega a la isla Hispaniola o Quisquilla  con el conquistador español quien la impuso a los indígenas (indios) y esclavos africanos que se establecieron hace 527 años en este territorio, con el transcurrir del tiempo sus habitantes decidieron crear dos Estados con los nombres Haití y República  Dominicana.

Resulta impresionante que el conquistador español en toda América Hispana  predicó y enseñó  la misma doctrina Católica  y  sin embargo, en la mayoría de los países latinoamericanos el cristianismo no goza de la misma gran aceptación y privilegio que concede  el creyente pueblo dominicano.

Aquí surge la gran interrogante: ¿por qué tiene esta gran aceptación y privilegio el cristianismo en el Estado Dominicano? – La respuesta no se hace esperar, siempre que lancemos una mirada al padre fundador de la República Dominicana, Juan Pablo Duarte y Díez, quien fue un ferviente cristiano, por nacer, crecer en un hogar católico.

Durante su preparación intelectual recibió su primera instrucción sobre filosofía, literatura y religión impartida por el sacerdote peruano Gaspar Hernández Morales.

Duarte cuando concibió fundar nuestro Estado optó por utiliza el gentilicio de la congregación sacerdotal Dominico (significa Canes de Dios), partiendo de la gallardía y coraje de estos curas que vinieron al país en el año  1512 para denunciar la cruel esclavitud en que habían sometidos los españoles a los indígenas de esta isla.

Ya concebido el nombre de la nación que se denominaría República Dominicana, decide crear el primer partido político llamado  la Sociedad Secreta la Trinitaria,  el 16 de julio de 1838,  día consagrado a la Virgen del Carmen. Esta organización política tenía por  objetivo la Separación o Independencia de la República Dominicana del Estado Haitiano que había  ocupado esta parte de la isla en 1822 hasta 1844.

Los primeros 9 integrantes de este proyecto político – militar fueron persuadidos por el pensamiento cristiano de Duarte,  que estableció un juramento apologético, donde menciona 3 veces a Dios, una vez a la Santísima Trinidad y la cruz, símbolo identitario del catolicismo. Para mejor compresión a continuación el Juramento Trinitario:

“En el nombre de la santísima, augustísima e invisible Trinidad  de Dios Omnipotente: Juro y prometo,  por mi honor y mi conciencia,  en manos de nuestro  presidente Juan Pablo Duarte, cooperar con mi persona, vida y bienes habidos  y por haber,  a la separación definitiva  del gobierno  haitiano  y a implantar  una república libre, soberana e independiente  de toda dominación extranjera, que se denominará República Dominicana;  la cual tendrá  su pabellón tricolor  en cuartos encarnados azules, a travesados con una cruz blanca; la República establecerá  su correspondiente escudo  de armas. Mientras tanto seremos   reconocidos  los Trinitarios  con las palabras sacramentales: “Dios, Patria y Libertad”. Así lo ratifico  y prometo ante Dios  y ante el mundo. Si tal hago, Dios me proteja y de no,  me lo tome en cuenta y mis conocidos me castiguen  el perjurio y la traición  si los vendo”.

A los cuatro (04) años y cinco (05) meses se concretizó el proyecto político de Duarte, cuando el 27 de febrero de 1844, se proclamó la Independencia Nacional. Esa noche se enarbola la Bandera indicada más arriba en la Puerta del Conde de Santo Domingo de Guzmán, ciudad Capital y sede del nuevo Gobierno que dirigirá los destinos nacionales del recién Estado Dominicano.

La República Dominicana, que sepamos, es el único país del Continente Americano que en su escudo nacional tiene una Biblia abierta, con el Evangelio de San Juan del Capítulo 8, versículo 32: “y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres”. Este es un recordatorio constante de la fuente de la libertad, está en Jesucristo.

Nuestro legislador, fiel al sentir de nuestro padre fundador, mantiene en la Constitución Política Dominicana vigente del 2015, específicamente en el artículo 32.- Escudo Nacional, tiene los mismos colores de la Bandera Nacional dispuestos en igual forma. Lleva en el centro la Biblia abierta en el Evangelio de San Juan, capítulo 8, versículo 32, y encima una cruz, los cuales surgen de un trofeo integrado por dos lanzas y cuatro banderas nacionales sin escudo, dispuestas a ambos lados; lleva un ramo de laurel del lado izquierdo y uno de palma al lado derecho. Está coronado por una cinta azul ultramar en la cual se lee el lema “Dios, Patria y Libertad”. En la base hay otra cinta de color rojo bermellón cuyos extremos se orientan hacia arriba con las palabras “República Dominicana”. La forma del Escudo Nacional es de un cuadrilongo, con los ángulos superiores salientes y los inferiores redondeados, el centro de cuya base termina en punta, y está dispuesto en forma tal que resulte un cuadrado perfecto al trazar una línea horizontal que una las dos verticales del cuadrilongo desde donde comienzan los ángulos inferiores”.

A pesar que Duarte concibiera el Estado inspirado en el pensamiento cristiano católico y prefirió concederle privilegio sobre cualquier otra religión;   siempre la iglesia Católica se maneja con mucho tino y respeto hacia el Estado y este a su vez respeta las conciencias individuales. Por lo general, ambos se han mantenidos con una excelente tolerancia. Sabemos que algunas personas con la convulsión imperante entre la Iglesia y el Estado ambos sectores podrían algunos refutar este razonamiento.

Pero la historia de la mayoría de los pueblos  europeos, y algunos de los americanos, está salpicada de agresiones mutuas entre la Iglesia  y el Estado. Es por eso la existencia de la separación entre “el Trono (Estado) y el Altar (Iglesia)”, se encuentran la mayor parte de las constituciones nacionales. De hecho la tendencia en el mundo desde la Edad Moderna es una secularización del Estado.

Si nos detenemos analizar la situación de la Iglesia y el  Estado Dominicano en sus 175 años de funcionamiento solo en dos momentos acuciantes y vacíos institucionales dos arzobispos ocuparon la presidencia de la República, Fernando Arturo de Meriño en 1880-1882, creando las condiciones favorables  para fortalecer la gobernanza del país, por ser el único que concluyó su mandato constitucional después la Guerra de la Restauración.

Por su lado, monseñor Adolfo Alejandro Nouel en 1912, fue un gobernante efímero resultado del clima hostil de ingobernabilidad que imperaba en el país. Esta hostilidad del accionar político de la época provocó que en el 1913, trece (13) hombres ascendieran al solio presidencial.

La misma situación caótica del escenario político nacional fue aprovechada por Estados Unidos para hacerse cargo de la administración de las Aduanas en 1905. Asimismo, decidió intervenir nuestro país desde 1916 a 1924.

En la época que gobernaron estos obispos, fueron gobiernos democráticos y respetuosos de la Constitución vigente de su época.

Definiendo los dos conceptos de iglesia y Estado; acudiremos al diccionario de nuestra  Real Academia de la Lengua Española, la acepción iglesia tiene decenas de conceptos, solo destacaremos que esta palabra procede de los idiomas griego y latín, significa asamblea. O congregación de los fieles cristianos en virtud del bautismo y con su Gobierno eclesiástico general del Sumo Pontífice, concilios y prelados.

Mientras, en los múltiples  conceptos de Estado; según algunos tratadistas definen el Estado como el conjunto de instituciones que poseen la autoridad (Gobierno) y potestad para establecer las normas que regulan una sociedad, teniendo soberanía interna y externa sobre un territorio determinado.

El profesor Juan Bosch explica que existe una diferencia entre el Estado y el Gobierno, así lo expresa:  “En el país de muy poco desarrollo  político,  como es el nuestro, (República Dominicana) la existencia del Estado no se percibe, no se ve,  y en cambio  el gobierno no se siente  y se ve a través  del presidente de la República  y de los funcionarios gubernamentales, desde los de jerarquía  más alta a los  más baja,  y por esa razón  la gran mayoría de los dominicanos  creen que Estado  y gobierno son dos  palabras  que tienen el mismo significado”. (Bosch, Juan Folleto I Acerca del Estado, quinta edición 1990, pág. 18).

El profesor Bosch  líder fundador del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), sacrificó parte de su vida para instruir líderes capaces para transformar el Estado Dominicano, esta transformación comenzó con el ascenso de esta organización política al Poder en 1996 – 2000. Tras su retorno, en el  2004 hasta la actualidad, ha desarrollado conceptualmente un Estado sólido con las normativas legales para frenar cualquier desatino o desmanes   que atente contra la dignidad humana y el Estado de Derecho imperante.

Aunque parezca una osadía en mi calidad de profesor de las asignaturas de Ética y  Derecho Administrativo, afirmo que “El Estado Dominicano está blindado contra cualquier acto de corrupción” y lo hago partiendo de la Constitución  y las leyes que evitan hasta el “pensamiento corrupto” por estar sancionado en nuestras legislaciones, nos permitiremos solo citar el tinglado  jurídico que rigen la administración pública:

Comenzando con nuestra Constitución de la República Dominicana, Ley No. 41-08 sobre Función Pública,  Ley No. 107-13 sobre Derechos y Deberes de las Personas y su Relación con la Administración Publica, Ley sobre la Declaración Jurada de Bienes y Enriquecimiento Ilícito No. 82-79, Ley que establece el Código Penal, Código Procesal Penal de la República Dominicana, Ley de la Cámara de Cuentas No. 10 – 04. Ley de Libre Acceso a la Información Pública No. 200-04. Ley de Compras y Contrataciones Públicas No. 340-06,  Ley sobre Soborno en el Comercio y la Inversión No. 448-06, Ley sobre el Control Interno No. 10-07,  Ley del Distrito Nacional y de Municipios No. 176-07.

Igualmente, los decretos No. 143-17 sobre Comisiones de Ética Pública y el Decreto No. 486-12 sobre creación de la Dirección General de Ética e Integridad Gubernamental.

Asimismo, las  resoluciones No.1/13 sobre Políticas de Estandarización Transparencia, Portales; la Resolución   No. 3/2012 sobre Implementación de la Matriz  de Responsabilidad Informacional, Resolución No. 2/2012, sobre Registro y Ordenamiento de las Oficinas de Acceso a la Información Pública, de fecha 7 de diciembre de 2012.

Ese conjunto de normativas legales establecen penalidades que afectarían a los servidores públicos por estar involucrados en calidad de autores, colaboradores y cómplices en los crímenes y Delitos de Corrupción Administrativa con llevan prisiones  de 1 año hasta treinta (30) años y multa no menor a la suma desfalcada al Estado ni mayor de 3 veces dicha suma. Entre otras penas accesorias como Degradación Cívica: implica la pérdida de los derechos civiles y políticos e Inhabilitación Perpetua: impide  a la persona encontrada culpable a no volver a ocupar cargos públicos de por vida o la inhabilitación puede ser  por 5 años.

El legislador Dominicano ha blindado a nuestro Estado contra cualquier acto de corrupción rompiendo con el axioma del filósofo y jurista Hans Kelsen que establece: “Lo que no está prohibido expresamente está permitido”. Ahora nadie puede alegar ignorancia como vimos con el marco jurídico de la ética de la administración pública que exige la Constitución en el artículo 7.- “República Dominicana  que es un Estado Social y Democrático de Derecho, organizado en forma de República unitaria, fundado en el respeto de la dignidad humana, los derechos fundamentales, el trabajo, la soberanía popular y la separación e independencia de los poderes públicos.

El Ministerio de la Administración Pública  a través de su Instituto (INAP) y la Dirección General de Ética e Integridad Gubernamental (DIGEIG), con Comisiones de Ética Pública (CEP) están capacitando a los servidores públicos y a miembros de las organizaciones sin fines de lucro (ONG) para que se empoderen de la  Ley de Función Pública (Ley No. 41-08), tiene diez sus principios rectores para la buena gestión pública como son: cortesía, decoro, discreción, disciplina, honestidad, vocación de justicia, lealtad, probidad, pulcritud y vocación de servicio.

El país está sumergido en el fragor de un año pre-elector donde los discursos mediáticos se sostienen entre calificaciones y descalificaciones, para mejor comprensión  nos permitimos acudir al expresidente estadounidense Barack Obama, cuando dijo: “Sé que las campañas pueden parecer sin importancia, incluso a veces absurdas. Las cosas triviales se convierten en grandes distracciones. Los problemas serios,  en frases efectistas de los medios de comunicaciones. Las verdades quedan enterradas bajo una  avalancha de dinero y anuncios publicitarios… (Obama, Barack. Un mundo mejor para nuestros hijos, Discursos 2009 – 2016. Discurso del Presidente en la Convención Nacional Democrática, Duomo ediciones, Barcelona, pág. 64).

En el país de muy poco desarrollo educativo formal, la educación  espiritual inspirada en la Sagrada Escritura. Nada es superior a ella. Su mensaje es tan grandioso, tan extraordinario, que llega a los más profundos de su corazón. Contiene la enseñanza del auténtico  Jesús de Nazaret y no del Cristo deformado, que presentan quienes  lo conciben de acuerdo con sus propios conceptos y habilidades. En este Libro Sagrado encontramos los principios universales como el de la honradez. En este dice Jesús: “Bien, buen siervo y el fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré: entra el gozo de tu Señor”. (San Marcos 25:21). Jesús promete gozo, alegría, satisfacción y plenitud y no sufrimiento y pesimismo.

El mismo Estado está consciente que la persona que profesa un credo cristiano es menos propenso a incurrir en crímenes y delitos que afecte la integridad del ser humano, por estar consciente que debe amar a su “prójimo como a ti mismo”.

Estas son las razones por lo que estamos convencidos que “Iglesia y Estado son la ecuación perfecta para la paz social”, este controversial tema es y será objeto de amplias discusiones, pero me circunscribo  a lo que  hace muchos años que Mahatma Gandhi dijo: “Mucha gente, especialmente la ignorante, desea castigarte por decir la verdad. Por ser correcto, por ser tú. Nunca te disculpes por ser correcto, o por estar años delante de su tiempo. Si está en lo cierto y lo sabes. Que hable tu razón. Incluso si eres una minoría de uno solo, la verdad sigue siendo la verdad”.

Por Alcedo Magarín
El autor es de profesión Abogado, Periodista,

Maestro, Conferencista Internacional, Fundador del
Instituto de Formación Gerencia y Liderazgo Americano (IFGLA)
y Miembro Activo del Colegio Dominicano de Periodistas (CDP).
magarinh6@hotmail.com

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Category: OPINIONES

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