El fútbol se abre espacio en la simpatía de los dominicanos
SANTO DOMINGO. «Babeeeeque, Babeeeque, Babeeeque», gritan decenas de padres y estudiantes, algunos con caras pintadas de azul desde las tribunas del estadio Quisqueya, en pleno sol de mayo, animando a ritmo de tambores y trompetas al onceno del centro educativo capitaleño. Es un torneo escolar de fútbol, la Copa Coca-Cola, con una organización y ambiente envidiables para cualquier deporte.
Dentro de un mes, Jorge Rolando Bauger se sentará frente a las cámaras de TV a narrar/comentar su novena Copa del Mundo en fila (empezó en España ’82), y para este argentino radicado en el país desde 1978 (más conocido que cualquier otra figura del fútbol dominicano), la popularidad que goza el balompié en el país no tiene parangón.
Desde telefónicas multinacionales hasta compañías automotrices, incluyendo bancos, patrocinan competencias futbolísticas, sótanos de plazas comerciales y apetecibles terrenos para bienes raíces en plena capital reciben inversiones millonarias para canchas de futsal que se rentan por miles de pesos la hora, las camisetas de Messi y Cristiano son comunes, y clubes como el FC Barcelona, AC Milan y Atlético de Madrid tienen escuelas o relaciones con entidades criollas.
Los 64 partidos del Mundial de Brasil serán televisados en abierto. Pero si usted quiere ver la Liga Española, tiene que pagar extra en su servicio de cable.
Bauger, un ex portero que llegó a reforzar en Francia, y con una escuela que es referencia nacional, enumera múltiples factores para explicar el «boom»; masificación de la televisión por cable con programación futbolera, la salida y posterior retorno de estudiantes dominicanos a Europa, llegada de turistas del Viejo Continente, el atractivo como ejercicio que es el balompié y el trabajo de entrenadores apasionados por la disciplina.
Dos décadas atrás, apenas tres casas deportivas vendían indumentarias de fútbol. Hoy Nike, Adidas y Joma tienen tiendas en el país. «No vienen por el clima, vienen porque ven un capital enorme para vender sus productos», dice Bauger. «La sola presencia de que se distribuya el álbum Panini te da una señal de cómo está».
Un ambiente similar vivió el baloncesto antes de los XII Juegos Centroamericanos y del Caribe (1974), y la medalla de oro en Centrobasket ’77 disparó la popularidad, hasta el punto que sólo el béisbol lo supera. Algunos se atreven a vaticinar que el fútbol puede amenazar la condición de medalla de plata del básquet.
Sin embargo, la carencia de un horizonte económico en el fútbol profesional que se juega en el país termina a los 17 años, con las aspiraciones de vivir del fútbol en la mayoría de los casos, y es cuando el futsal se convierte en el hobbie, una vez el joven comienza a priorizar estudios universitarios.
A Bauger, además de las condiciones de los estadios y el desarrollo de una liga profesional, le preocupa que el fútbol se convierta en un deporte al que no tenga acceso la capa más baja de la sociedad.
«Todo este movimiento está enfocado a una clase social con poder adquisitivo. Corremos el riesgo que hagamos del fútbol una disciplina elitista, que no debe ser así», dijo Bauger.
Fuente: El Diario Libre
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