Banco Central afirma baja pobreza en RD; refuta planteamientos de economistas
SANTO DOMINGO, RD.- El Banco Central (BC) sostuvo que el crecimiento económico y otros factores han incidido en la reducción de la pobreza en el país.
Dijo que son «un tanto limitados, arbitrarios y con sesgo político» criterios que en sentido contrario han sido emitidos por economistas locales.
El organismo remitió anoche un documento en el que refuta específicamente planteamientos del economista Miguel Ceara Hatton, quien ha afirmado en forma reiterativa que a pesar del crecimiento registrado en el país en los últimos doce años, «éste no se ha reflejado en una reducción de la pobreza».
El texto del documento del Banco Central es el siguiente:
«El Banco Central presenta a la opinión pública un análisis sobre el crecimiento económico y otros factores que inciden en la reducción de la pobreza en la República Dominicana, con la finalidad de edificar a los agentes económicos para evitar malinterpretaciones y confusiones debido a planteamientos un tanto limitados, arbitrarios y con sesgo político que han sido externados desde hace unos meses por el economista Miguel Ceara-Hatton quien ha venido afirmando de forma reiterativa, que según su opinión, «a pesar del crecimiento económico registrado en el país en los últimos doce años, éste no se ha reflejado en una reducción de la pobreza» El referido colega en un análisis reciente afirmó que «la cantidad de pobres en República Dominicana aumentó de 2.6 a 4.0 millones desde el año 2000 hasta el 2012» argumentando además que «la mayoría de las personas nacidas en esos doce años lo hizo en condición de pobreza» a la vez que considera «insólito que cuando aumenta el Producto Interno Bruto (PIB) real en el país aumenta la cantidad de pobres en una misma proporción».
Un aspecto a ser aclarado y que deja al descubierto la parcialidad del análisis de este colega, es que durante los doce años analizados (2000-2012) la economía dominicana fue sometida a dos grandes crisis económicas: una interna correspondiente al período 2003-2004 y otra crisis externa y más prolongada iniciada a finales de 2007 en los Estados Unidos denominada como la
Gran Recesión por la magnitud de sus efectos negativos que todavía continúan latentes, reflejándose en una ralentización del crecimiento económico a nivel internacional, incluyendo a la República Dominicana.
A los fines de ofrecer a la ciudadanía un análisis más completo sobre este importante tema, a continuación se presentan las principales variables que inciden en el comportamiento de la pobreza y que permite extraer importantes conclusiones sobre el comportamiento de la misma en el caso dominicano.
El crecimiento económico es la variable más importante en el país para explicar la evolución de la pobreza y su reducción en el tiempo, por estar estrechamente vinculado a la generación de empleos.
Los programas de transferencias condicionadas de efectivo y de asistencia focalizada que el Gobierno ha estado ejecutando en República Dominicana en los últimos 8 años han contribuido de manera directa a la reducción de la pobreza extrema (indigencia).
El porcentaje de la población en condiciones de pobreza, en la actualidad presenta una resistencia a la baja (reducción lenta y gradual), que parece estar asociada al estancamiento en las remuneraciones reales de los trabajadores dominicanos, especialmente los que devengan salarios mínimos.
Crecimiento Económico
Para mantener la debida objetividad en el análisis, es necesario agregar a la historia contada por el colega Ceara-Hatton, que durante el período 2003-2004 el país experimentó un proceso inflacionario severo y una recesión económica que provocó que aproximadamente 1.8 millones de dominicanos cayeran en la pobreza con respecto al año 2000. El porcentaje de pobreza general aumentó de 32% en el año 2000 a 49.8% en el 2004, es decir, en unos 17.8 puntos porcentuales. Y a partir de ese máximo histórico la pobreza empezó a revertirse a partir del último semestre de 2004, cuando la economía comenzó a recuperarse de forma significativa para un aumento de aproximadamente 893,000 nuevos empleos netos en el período 2004-2012. Esto incidió para que unas 400 mil personas hayan logrado salir de la pobreza mientras simultáneamente la población total continuó aumentando vegetativamente. Esto equivale a una reducción de la pobreza en unos 9 puntos porcentuales entre 2004 y 2012., y no un aumento como se observa en el análisis presentado por Ceara Hatton donde presenta el principio y fin del período sin analizar los eventos intermedios.
Vista la historia de esta forma resulta erróneo afirmar que «la mayoría de los dominicanos nacidos durante 2000-2012 lo hicieron en condiciones de pobreza», lo que hubo fue un aumento brusco en la cantidad de pobres por la pérdida del poder adquisitivo asociada al proceso inflacionario que vivió el país en los años 2003-2004, situación que ha ido mejorando gradualmente desde finales de 2004.a la fecha.
En este orden de ideas, en el ámbito teórico y a nivel de los organismos internacionales es bien sabido que el crecimiento de la economía es una condición sine qua non para la generación de empleos y la reducción de la pobreza.
El Banco Mundial estima que el crecimiento económico explica las dos terceras partes de la reducción de la pobreza en América Latina en los años 2000; y el caso dominicano no constituye una excepción. Basta con observar los datos para apreciar claramente que, en promedio, tasas de crecimiento más elevadas están asociadas a reducciones en los niveles de pobreza, lo que evidentemente resulta consistente con la teoría económica y la evidencia a nivel internacional y contradice lo externado con el economista Ceara-Hatton.
Por tanto, querer demostrar que el crecimiento económico en el país no incide en la generación de empleos y en la reducción de la pobreza constituye una más de las «leyendas urbanas» a la que nos tienen acostumbrados algunos economistas y analistas del país.
Gasto Focalizado
En cuanto al gasto focalizado en alivio a la pobreza, República Dominica se encuentra relativamente bien posicionada en la región latinoamericana ocupando la quinta posición en una muestra de 16 países latinoamericanos con un gasto de US$24.3 por habitante en 2010 en programas de alivio a la pobreza. Estos programas incluyen iniciativas como Comer es Primero, Bono Gas Hogar, Asistencia Escolar, Bono Gas Chofer, Alimentos Envejecientes, Bono Luz, Incentivo a la Policía Preventiva e Incentivo a la Educación Superior.
De hecho el programa de Solidaridad ha contribuido a reducir la pobreza extrema, la cual ha podido bajar de forma más acelerada que la pobreza general, acercándose a los niveles existentes antes de la crisis bancaria.
Salarios Mínimos Reales
Dado que el crecimiento anual promedio del PIB real en República Dominicana en el periodo post-crisis bancaria, es decir 2005-2012, fue de 6.7% comparado con 3.8% de América Latina según datos de la CEPAL y considerando además que el país ha ido avanzando a un buen ritmo en términos de gasto público focalizado en alivio a la pobreza desde que el Programa de Solidaridad empezó en el año 2005, esto estaría sugiriendo que el principal escollo que ha impedido que la pobreza se reduzca más rápidamente en el país lo constituye el estancamiento de las remuneraciones reales en la base de la pirámide social (salarios mínimos reales).
En ese orden, al observar la experiencia regional sobresale que República Dominicana, en una muestra de 17 países, fue el único país que registró una tasa de crecimiento anual promedio negativa (-0.7%) en el salario mínimo real en la década 2000-2010 en tanto que el promedio ponderado de la tasa de crecimiento anual en el salario mínimo real en América Latina fue de 4.7% durante el mismo periodo, según datos compilados por la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
Las experiencias de Argentina y Brasil (países que experimentaron aumentos en la pobreza y han logrado reducirla de forma acelerada) permiten aquilatar la importancia del crecimiento en los salarios mínimos reales para la reducción de la pobreza.
Argentina, con la crisis que experimentó en 2001-2002 registró un aumento drástico en el porcentaje de pobreza que pasó de un nivel cercano al 24% en el año 2000 a un 45.4% en el año 2002. Sin embargo en el periodo de recuperación post crisis 2001-2002, Argentina pudo reducir la pobreza de forma rápida y sostenida, a tal punto que al cierre de 2011 el porcentaje de pobreza se ubicó en 5.7%, una impresionante reducción de 40 puntos porcentuales en apenas 9 años. Se puede apreciar como rasgo distintivo que dicha recuperación fue acompañada de un igualmente extraordinario aumento en el salario mínimo real de 383.5% en el periodo 2002-2011, así como de un crecimiento anual promedio del PIB real de 5.9%; y del mayor gasto focalizado per cápita en alivio a la pobreza de toda América Latina (US$85.9 por habitante en el año 2010).
En el caso de Brasil, durante 1999-2004 en las postrimerías de la crisis asiática de 1998 que repercutió en dicho país, la pobreza se estabilizó en alrededor de 38%. Luego, en el periodo 2005-2011 logró reducirse en 16.9 puntos porcentuales. Dicha reducción ocurrió mientras simultáneamente se registraba un crecimiento anual promedio del salario mínimo real de 7.2%; y de 4.3% en el PIB real además de un gasto focalizado per cápita en alivio a la pobreza que al cierre de 2010 fue de US$41.2 por habitante ocupando el cuarto lugar más alto en la región.
Por otro lado, una revisión de los Códigos Laborales y la política salarial a nivel de Latinoamérica, refleja que los aumentos en el salario mínimo en la mayoría de los países se realizan anualmente, tomando como base tanto la inflación como la productividad laboral, siendo México y República Dominicana los únicos países que consideran solamente la inflación pasada para los fines de aumento en los salarios mínimos en años recientes, exhibiendo ambos países en la actualidad los salarios mínimos más bajos de la región expresados en dólares ajustados por la paridad del poder de compra.
Si vemos lo que ha pasado en el país con las remuneraciones reales promedio a los trabajadores a nivel de la economía en general en los últimos veinte años se observa que estuvieron creciendo a un ritmo promedio de 3.3% anual durante 1991-2001, superior al crecimiento promedio de 2.4% de la productividad laboral durante el mismo período, evidenciando que en dicho lapso de tiempo se consideraba la productividad laboral, entre otras variables para los fines de ajustar los salarios a los trabajadores y mejorar sus condiciones de vida. Sin embargo, durante 2002-2004 los ingresos reales de los trabajadores cayeron en 35.5%, como consecuencia directa de la inflación acumulada en dicho periodo que ascendió a 103% fruto de crisis bancaria, la cual no fue compensada por aumentos de igual magnitud en las remuneraciones nominales de los trabajadores. Después de esta sustancial caída que se materializó durante tres años consecutivos, hubo una recuperación de 14.1% en los salarios reales en el año 2005, para luego permanecer prácticamente estancados en términos reales, pese a que la productividad laboral media se ha mantenido aumentando.
Dada la realidad anteriormente descrita, resulta oportuno contrastar el estancamiento que exhiben las remuneraciones reales promedio a los trabajadores en el país con los argumentos del empresariado dominicano en el sentido de que los «sobrecostos salariales» son excesivos, clamando en consecuencia por la modificación del Código Laboral para eliminar o moderar beneficios laborales.
Considerando que la brecha entre el crecimiento de la productividad y el estancamiento de los salarios reales ha continuado ampliándose una vez superada la crisis 2003-2004, todo parecería indicar que una gran parte de los «sobrecostos» han sido ya traspasados a los trabajadores.
El país no debe darse el lujo de continuar por el sendero de que los incrementos de productividad se destinan mayormente a los beneficios del capital, en detrimento de los trabajadores y su calidad de vida. Por tanto, se amerita del esfuerzo conjunto del sector privado y del Gobierno para tomar las medidas que sean necesarias a fin de promover un círculo virtuoso entre el crecimiento económico, la generación de empleos adecuadamente remunerados y la reducción de la pobreza, todo lo cual repercutiría en una mejor distribución del ingreso en el país.
De forma concreta, la evidencia apunta a que en República Dominicana ha habido una desvinculación en entre el crecimiento de la productividad media del trabajo y las remuneraciones reales promedio de los trabajadores durante los últimos años, siendo aquellos que devengan salarios mínimos los que históricamente han cargado más pesado.
Para apreciar este último punto, basta con reconocer que los salarios mínimos reales tanto para las empresas grandes, medianas y pequeñas, así como para el caso del sector público han estado relativamente estancados por décadas, recibiendo ajustes periódicos en base a la inflación pasada. Un dato revelador es que todos los salarios mínimos reales en República Dominicana al cierre de 2012 resultan ser menores a los vigentes hace más de tres décadas en 1979, año a partir del cual se dispone de una serie homogénea de los mismos.
A la luz de los resultados obtenidos, el estancamiento de los salarios mínimos reales en los últimos 33 años, constituye un llamado a la reflexión a todos los agentes económicos, pues evidencia que esta es una problemática que ha estado arraigada de forma continua en la sociedad dominicana durante décadas y que afecta directamente a la población más vulnerable.
Para que la pobreza continúe reduciéndose se requiere una combinación de crecimiento real y sostenido de la economía, que continúen ampliándose los programas focalizados de asistencia social y que las remuneraciones al sector trabajo en la base de la pirámide social aumenten en el tiempo de forma gradual y prudente en términos reales, es decir que los salarios mínimos sean ajustados no sólo por la inflación sino también por lo menos en una proporción de la productividad laboral, lo que contribuiría a reducir la pobreza y a lograr una mejor equidad social en el país.
Estos tres pilares constituyen una visión comprensiva y coherente para enfrentar y reducir la pobreza en el tiempo, que contrasta con el enfoque limitado y parcializado del colega Ceara-Hatton».
Fuente: Diario Dominicano.com
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