El republicano Herman Cain abandona la carrera por la Casa Blanca
Washington.- El empresario Herman Cain, que hoy renunció a competir por la candidatura republicana a la Presidencia de EE.UU., se presentó como el hombre que podía representar los intereses del pueblo desde fuera de la política, pero su carrera se vio truncada por un escándalo sexual que no supo manejar.
Con una imagen de hombre trabajador, que logró su fortuna a base de esfuerzo, al más puro estilo «americano», el empresario afroamericano quiso ser el rostro del cambio para lograr llevar a su partido de nuevo a la Casa Blanca en las presidenciales de 2012.
Cain entró en la carrera por la candidatura el pasado mayo apelando a la necesidad de que EE.UU. regrese a los principios de los «padres fundadores», uno de los lemas del movimiento conservador Tea Party, al que apoya.
Nacido en 1945 en Memphis (Tennessee), Cain, hijo de un conserje y un ama de casa, creció en la pobreza en un Sur todavía segregado y logró hacer una fortuna como empresario en el mundo de la alimentación, primero como gestor de restaurantes y después como dueño de una marca de pizzas.
Su ecléctico currículum incluye también haber sido presidente del Banco de la Reserva Federal de Kansas City, colaboraciones con medios de comunicación como columnista y tertuliano en programas de radio, que demuestran sus dotes comunicativas.
Su ascenso en la política fue meteórico. Con su característica voz profunda defendió recortes del gasto publico y una presencia nula del Estado en la economía o en la sanidad y arengó a sus seguidores con mensajes populistas en los que advertía de que «el gigante dormido, el pueblo, se está despertando».
A pesar de que nunca tuvo un cargo público, su ascenso en la política fue meteórico en las encuestas.
No obstante, esa falta de experiencia de la que hacía alarde le jugó algunas malas pasadas en sus respuestas sobre política exterior, que sus contrincantes aprovecharon para poner en duda que estuviera a la altura para dirigir el país.
En una entrevista se quedó en blanco ante una pregunta sobre la política del presidente Barack Obama en Libia, que finalmente eludió al confundirlo aparentemente con otro país y en otro acto público volvió a equivocarse al indicar que el nuevo gobierno de Trípoli iba a incluir talibanes.
Entre sus declaraciones más polémicas, rechazó que fuera tortura lo que el Gobierno de George W. Bush definía como «técnicas de interrogación reforzadas», asfixia simulada incluida, y justificó su uso en prisioneros de guerra, y también manifestó su intención de construir un muro electrificado y con púas en la frontera con México, aunque luego dijo que esto último era «broma».
Cuando a finales de octubre Cain competía vis a vis con Mitt Romney, el exgobernador por Massachusetts, que había encabezado la mayoría de las encuestas, la página web «Politico» soltó como una bomba unas acusaciones de acoso sexual contra él.
«Politico» tuvo acceso a documentación que describe las acusaciones de dos mujeres que se quejaron de comportamiento «sexualmente sugestivo» de Cain, quien negó los hechos, pero otras dos denuncias, en este caso con nombre y apellido, por parte de Sharon Bialek y Karen Kraushaar, sembraron las dudas sobre el candidato.
Las acusaciones desataron un interés informativo ya que el candidato que se definía como un cristiano dedicado a su familia se enfrentaba a acusaciones sexuales explícitas.
La gota que colmó el vaso fue la declaración la empresaria Ginger White, quien aseguró que mantuvo una relación extramatrimonial durante trece años con Cain, de nuevo negada por el candidato.
«Ya estamos de nuevo. No he hecho nada malo», dijo en una entrevista televisada, en la que aseguró que ella no podría aportar pruebas.
White aseguró que Cain había estado ayudándola económicamente a espaldas de su mujer, Gloria. Finalmente Cain reconoció que había mantenido una relación amistosa con White, a quien había intentado ayudar financieramente porque había perdido su trabajo.
Ese mismo día dijo a su equipo que se iba a replantear continuar con la campaña.
Un mes después de que salieran las primeras revelaciones sobre su vida privada el «tren de Cain», como le gustaba al candidato llamar a su campaña, sucumbió y se detuvo por el «enorme daño» que estas acusaciones estaban causando a su familia.
El empresario acababa así sus aspiraciones de convertirse en el candidato del partido republicano y, quien sabe, si en el segundo presidente negro de la historia de EE.UU. EFE
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